FENOMENOLOGÍA
CUESTIONES DE PERCEPCIÓN (STEVEN HOLL )
PAG 42-53
EXPERIENCIAS ARQUETÍPICAS DE LA ARQUITECTURA
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Si bien era natal de Seattle y la ciudad ofrecía paisajes espectaculares, la arquitectura nunca llegaba a ser tan convincente como el paisaje.
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EL PANTEON
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En el panteón sentí por primera vez la pasión, la vigorosa capacidad de la arquitectura para involucrar todos los sentidos. Cruzaba la enorme puesta y entraba en el silencia esférico de esta obra de 2 mil años de antigüedad.
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Cada día su apariencia variaba con el ravo de luz que atravesaba el óculo abierto y que lo cambiaba todo de un modo espectacular. Un día de bruma hacia más visible la luz que procedía del gran orificio circular, como un cilindro solido de claridad matutina
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El perímetro urbano, con sus diversos muros de piedra desmoronados, se alzaba en un contraste sorprendente con el interior puro y hueco. Su claridad silenciosa, ordenada por la luz y la oscuridad, con su inserción abstracta de espacio interior y exterior.
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CAPILLA DE RONCHAMP
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En el interior reinaba un completo silencio, a excepción de chispear de las velas. Por encima de las texturas puestas, el techo cóncavo aparecía modelado por la luz, el espacio y el empuje vertical hacia arriba de los gruesos muros.
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COMPARATIVA ENTRE EL PANTEÓN Y LA CAPILLA DE RONCHAMP
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El paradigma de la luz y espacio de Ronchamp es casi inverso que del Panteón. Mientras Ronchamp tiene un misterioso ritmo asimétrico en un espacio curvo cóncavo salpicado de color, el Panteón es un abismo simétrico, una pureza vacua en blanco y negro.
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En ambos edificios, pensamiento y percepción parecen equilibrados; en este caso, los fenómenos parecen equivalentes al poder de las ideas.
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LOS JARDINES ZEN DEL TEMPLPO DE RYOAN-JI
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Sensación de frio al atravesar el pasillo de mamparas de papel y sentir lo helados que estaban los tablones a través de mis finos calcetines de algodón.
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La abstracción de este lugar, con su minimalismo extremo y su ortogonalidad horizontal, parecía trascender la cultura, la historia y los límites del tiempo.
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Aunque las mamparas de papel del templo estaban cerradas, el tenue resplandor de la luz que se filtraba a través de ellas iluminaba los cuadros a tita sumi en blanco negro que cubrían algunas de las paredes interiores. El lugar estaba impregnado por el maravilloso olor de los tatamis recién tejidos.